viernes, 20 de enero de 2012

Pasajeros al Tren del infinito amor.



3 de la mañana. 
Sumido en un profundo sueño,
un rayo de luz ilumina mi habitación a través de la ventana, miro y la luz proviene de un pájaro blanco, abro la ventana y extiendo el brazo, él mismo se posa en mi brazo, para luego volver a tomar el vuelo y entrar en mi habitación.
Yo expectante miro como poco a poco toma forma humana, una forma que recordaría siempre mirando solo la sombra, eras tú..., con un traje blanco y con los pies desnudos.
Extendiste tu brazo y pusiste tu mano en mi pecho, me empujabas poco a poco al balcón, hasta estar de espaldas a ella en contacto con la baranda.
Bajaste la mano, me miraste, y me dijiste :
-Cierra los ojos.
-¿Porqué debo cerrarlos?.
-Hazme caso.
Cierro los ojos, escucho el silencio, y noto como tu respiración es cada vez más fuerte en mi cara, y me susurras al oído: 
-"Todo esto, es para ti".
Y me empujas para hacerme caer al vacío, observando como poco a poco el suelo esta más cerca de mi. Cierro los ojos, y en el ultimo instante observo que estoy en un vagón de tren.
Al levantarme observo que vuelves a estar frente a mi, pones tu mano en mi cara, me besas, y me clavas un puñal en el corazón.
Yo caigo en el suelo rojo, rojo, el mismo color que tiene mi corazón cuando te miro y pienso que te puedo decir "te amo".

Cuando muero, no muero, vuelvo a mi habitación derrepente, tumbado en mi cama, miro a la ventana y lo que veo primero es que estas a mi lado, con tu cuerpo igualmente tendido sobre la cama, mirándome. Me besas igualmente, y yo lo disfruto a pesar de la puñalada..., que estúpido fui, porque luego me di cuenta que me encontraba en una pecera en el vagón de ese tren ahogandome, y tú mirándome desde fuera, sonriendo.
Cuando note que mis pulmones estaban llenos de agua mortal, y no de tu aliento, desvanecí. Ni me di cuenta siquiera que me estaba comiendo aquel pez negro, total, estaba otra vez muerto...

¿Tan insatisfecha estabas de verme morir, que quisiste resucitarme de nuevo?, pero esta vez, no en mi cuarto... estaba solo, sobre un puente, la niebla impedía ver el final. Andaba y andaba, escuche tu risa, y corría y corría, hasta verte al final del puente, y detrás tuya, aparecía ese enorme bastión gótico.
Tomaste mi mano, y me llevaste atrás, con un paisaje tétrico de lapidas, me llevaste a una de ellas, tenia arriba un ángel de rodillas, rezando, y mirando al cielo con una lágrima en la cara.
Te miré, y tenias una lágrima roja en tu mejilla, la sequé y te dije:
-¿es esto lo que deseabas?.

Simplemente me miraste, y volviste a besarme, hasta volver a despertar solo, con la luz del amanecer, en mi habitación.
¿Fué real?, entonces... porqué tengo la cicatriz de la puñalada, la ropa mojada... y los labios desgastados.
Al levantarme observo en mi escritorio un tren dorado de juguete con las luces encendidas, me acerco, lo examino y veo que estas allí, tu cuerpo inerte sobre el suelo del vagón, el vagón donde me clavaste tu cuchillo, el mismo donde me ahogaba y era devorado por un pececillo negro, el mismo vagón donde todos sus pasajeros que están enamorados, morían asesinados por su propio amor.



Entrada dedicada a los desamores.

lunes, 16 de enero de 2012

Terra Sacro.



Volver a los orígenes, observando tan solo lo que nos rodea. Dejar que la imaginación te lleve de la mano hacia el Mundo Fantasía. Es lo que me pasa siempre que visito mi querida Santa Iglesia Metropolitana Catedral de Sevilla. El pasado día fui con mis mejores amigos, fue genial hacer de guía turístico, ir diciendo de que época es cada escultura, cuadro o arquitectura que adornaba el Templo.
Lo más marivílloso era pasear entre sus enormérrimas columnas, tocarlas, cerrar los ojos, oler el incienso, escuchar el sonido del silencio roto por las campanadas de las 12, y pensar que estás en el pasado, y eres un conde que pisa el Templo, junto con el Rey de Castilla, y un duque proveniente de Brasil.



Pasear mirando al techo gótico mientras miras cada instante el suelo evitando de pisar las tumbas de los antepasados. Ir a la capilla de la Reina de Reyes, y admirar el cadáver del Santo Patrono Rey Fernando III.
Ir al campanario, subir junto a las 25 campanas, bajo los pies de la Dama de Bronce, el Giraldillo, asomarse a las ventanas, cerrar los ojos y volver aún más al pasado, la época mozárabe, escuchar el canto en el patio..., bajar corriendo las rampas para no perder la oportunidad de cantar junto con los demás en el patio de los naranjos, junto a la gran fuente, y expectantes de como un cocodrilo a aparece de ella y un soldado con su lanza lo atraviesa y le pone unos grilletes en los pies por si acaso seguía vivo.
Pasear entre las sombras de esos naranjos dulces, refrescarse la cara con agua sagrada de las fuentes, y ver como todo alrededor cambia al S.XVIII, ir a ver los tesoros ocultos, y encontrarse con la plata hecha Custodia de Arfe, y Relicario de la Sagrada Espina, arrodillarnos ante la Espina, la Inmaculada, San Fernando, y otros grandes Santos expuestos, y como no, al colonizador descubridor del Nuevo Mundo, Colón.

En definitiva, Sevilla enamora, su Catedral, la Catedral de Fuego, Fuego del Amor, te hace ver toda su historia, la historia de una Terra Sacro.


Dedicado a mis dos mejores amigos L y Pb, por el gran día que pasamos :).