Te escribo esta carta antes de enfrentarme en esta guerra del olvido, para que te acuerdes de mí, o al menos, piense que lo harás:
Podríamos haber sido algo más.
Ahora que te imagíno mientras escribo esto,
tengo la certeza de que estarás pensando en tu mundo,
razonadamente o soñando.
Imagíno que estarás en tu habitación leyendo esta carta,
con un sentido oculto que tú bien conoces...
ahora estoy viendo los Rayos del amanecer.
Gracias a Dios aún sigo vivo en esta guerra,
ahora veo los Rayos del anochecer...
reflejándose en tus ojos...
Cristales brillantes son,
irradiadores de un no se qué,
a lo mejor se trata de ese sentimiento.
La batalla me llama.
si gano esta guerra, quiero ganarla contigo a mi lado,
hacer una promesa sin un fin,
una promesa de alfa y sin omega,
una promesa de un tiempo cero,
una promesa que haga detener al tiempo.
Tengo el pensamiento de que algo ocurrirá.
¿entonces que hacer luego?.
¿Ahogarme en esta pena por perder? , o
mantenerme firme como un roble por
haber ganado al olvido.
Sinceramente, escribo sin sentido alguno estos versos,
porque como bien dicen,
el corazón no responde a los sentimientos.
El amor se cegó con los rosales, y la locura por pena
la acompaña por una eternidad.
Ahora acabo estos versos,
diciéndote que no sé distinguir entre el amanecer,
ni el anochecer.
Para mi son iguales, y a la vez distintos.
Amanecer.
Mediodía.
Oscurece.
Reflejándose las estrellas sobre tus ojos,
¿o son esos ojos unas estrellas en la noche?.
Para alguien que me hace confundir la noche del día, del amanecer y del anochecer...