sábado, 28 de julio de 2012

Con C de Corazón.



Solo podía ver después de una eterna oscuridad, una luz que alumbraba y espantaba a las sombras.
En esa oscuridad podía ver bajo a mis pies un fuego intenso y abrasador, y arriba el cielo abierto al cual ascendía. Era un sueño peculiar, parecía tan real...
Yo iba vestido de oscuro, sentía como una paz invadía mi cuerpo, y cómo olvidaba poco a poco de donde venía, y que hacía en este extraño y apacible lugar.
Al llegar arriba pude ver un hombre algo envejecido vestido de blanco, con una mano que se agarraba la otra, mientras mantenía una seria posición de espera.
-Ya has llegado.
-¿Dónde estoy?, ¿quién eres?.
-Demasiadas preguntas para una única verdad que descubrirás hijo mío.

Tras nosotros apareció una puerta vieja de madera con una cerradura de hierro oxidada.
-Ahora es tu decisión, pasar esta puerta, o volver.
-¿Dime antes quién soy y que hago aquí?, ¿cómo he olvidado quién soy?, ¿qué es lo que ocurre aquí?.
-Demasiadas preguntas. Mira ...

Fuimos tragados por un haz de luz que nos llevó a una sala de hospital. Allí podía ver a dos muchachos, uno con el pelo castaño claro, pero no pude ver sus ojos, pero si que estaba tumbado en una cama, y le agarraba una mano otro chico de pelo castaño con ojos claros.

-¿Quienes son?. -Pregunte al hombre envejecido.

Una corriente de viento nos llevó a otros sitios, a un autobús, a una casa, a una calle, a varios sitios, pero en todos ellos parecían que los protagonistas únicamente eran aquellos dos chicos del hospital.

-¿Qué tienen que ver ellos conmigo?, sigo sin ver la relación.

Otra bofetada de aire con hizo mover de lugar al hospital nuevamente. Esta vez solo estaba el muchacho de la cama, solo.

-Mira lo que ha pasado.- Dijo el hombre señalando al chiquillo de la cama.
De repente, empezó a toser cada vez más fuerte, intentaba coger aire pero no podía, solamente toser y toser, y cada vez que tosía, esputaba algo de sangre. Luego el medidor de latidos empezó a sonar rápidamente. Los médicos aparecieron corriendo, intentaba que se le calmara la tos con una inyección de algo. Pero era imposible.
El muchacho perdió el conocimiento y permaneció intacto en la cama, esta vez la máquina emitía un pitido continuo.
-¡¿Han llegado ya los órganos? tenemos que realizar el trasplante inmediatamente!.- Gritó un médico que intentaba reanimarlo.
-¡Está de camino, llevémoslo inmediatamente mientra llega!.

En cuanto el otro médico terminó de hablar, no dudaron en llevarle a la sala de operaciones, para intentar alternar el destino de este muchacho.

-¿Morirá?.
-Tú solamente sabes la respuesta.

Volvimos a otro lugar, pero esta vez vimos en un lado, un accidente de moto, pero luego fuimos llevamos al tejado de un edificio, allí vimos a una persona vestida de negro, junto con otros dos hombres.

-¿De que hablan?- Pregunté al viejo.
-¿Porqué no te acercas tú mismo y lo entenderás?.

Poco a poco me acerqué, no podía ver la cara de aquella persona que estaba de espaldas a mí, pero si podía escuchar la conversación.

-¿Cuánto tiempo tardarán?- Preguntó el de negro.
-Creo que una hora a lo sumo. Tal vez más...
-No tienes que hacer esto si no quieres, podemos buscar otra persona que ocupe tu lugar.- Dijo el otro hombre que estaba presente.
-Lo he pensado bien, el doctor ha confirmado que compartimos la misma sangre, eso ayudará a que al menos, no pueda haber un rechazo.
-¡Pero tú no eres el único en este mundo!.
-Soy el único de los Robledo, soy el último, y quiero acabar con aquello que hace sufrir a mis seres queridos. Ellos han dado todo por mi, y yo... he dado tan poco...
-Es una locura, déjate de tonterías y vuelve a tierra firme.- Dijo uno de ellos agarrando al muchacho del brazo.
-¡No!- Apartó su brazo violentamente de la mano de ese hombre- Esa frase... se lo dije a él precisamente, jeje, vaya coincidencias... Ahora si no os importa, dejadme a solas...
-Pero...
-¡Ahora!.

Y los otros dos hombres se dirigieron a la puerta de la azotea, cerrándola tras el último.
El muchacho se dirigió al borde del edificio, y contempló a la ciudad frente a él. Tomo su móvil de su bolsillo izquierdo, y pareció decir algo. Tras acabar de hablar, tiro el móvil al suelo, extendió sus brazos tomando la forma como de una cruz... y lentamente, se dejó llevar por el viento hacia delante.
Yo corrí para intentar que no cayera y agarrarle para salvarlo, pero por escasos centímetros, no conseguí tomar su chaqueta para agarrarle... Poco a poco empezé a sentir en mi cara correr el aire cada vez más fuertemente, hasta volver al principio de todo. Aquella sala, con la puerta vieja al fondo, y el hombre envejecido delante mía.

-¿Ahora te has dado cuenta de quién eres?.
-¿Porqué se tiró al vacío? ¿qué le llevo a tal acto?- Decía sin poder mirar a nada fijamente.
-Mira bajo tus pies ahora.

Miré y observé al muchacho que antes estaba en la camilla, pero ahora estaba delante de la sala de operaciones. Su pecho estaba abierto al aire, se podían ver como incluso se quitaban el corazón y los pulmones, y al lado parecía tener los mismos órganos en una especie de nevera. Todo pasó muy rápido, colocaron los otros pulmones, y posteriormente el corazón. Después cogieron unos palos que colocaron a ambos lado del este frágil órgano, y emitieron una breve corriente eléctrica. Todos esperaban.... pero no había resultado. Volvieron a repetir la misma acción, y luego con las manos el doctor tomó el corazón y lo masajeaba como si latiera por sí solo. Hasta que el doctor apartó sus manos y el corazón seguía el movimiento por sí solo y la máquina volvía a emitir un pitido pero esta vez discontinuo y continuo a la vez.

-Vive finalmente...- Dije al viejo sonriendo.
-Si pero... todo gracias a su Ángel de la Guarda que siempre ha estado con él.
-¿Te refieres, al muchacho que se ha tirado, o al del accidente de la moto?.
-Ambos puede. Los pulmones son finalmente, del aquel pobre hombre del accidente de moto, pero el corazón, es de alguien, que siempre le ha dado su corazón.
-Del muchacho...
-De ti, Ángel.
-¿Qué?.
-Tú eras aquel muchacho que se ha suicidado, todo tan solo, por dar otra oportunidad a su mejor amigo, a su única posible familia, a aquel que ha sido como un hermano para él. En definitiva, le has dado la oportunidad de volver a vivir, pero en el camino correcto. Tú eres, Robledo Ángel, tú eres, su Ángel de la Guarda, el Ángel de la Guarda de Miguel.
-¿Porqué he olvidado todo eso?.
-Básicamente porque cuando uno muere, olvida todo, todo lo vivido ahí.
-Ahora acabo de recordar, que hice una promesa, prometí no olvidarle nunca, ser su fiel amigo, su protector ante lo malo, ser lo que es él para mi en definitiva, un hermano. Y lo he olvidado la promesa como si nada...
-No, lo has recordado, y eso es lo importante. Pero ahora la pregunta es- Tomo de su cinturón de cuerda dos llaves antiguas y oxidadas- ¿cruzarás la puerta?.
- Dije de mantener una promesa... siempre estaría con él, pasara lo que pasase, y quiero mantenerla, a pesar de las distancias.- Dije mirando a la puerta.
-Entonces, vé al presente y habla con él.

Una nueva corriente me llevo a un lugar elevado, era un prado verde, se podía observar al rededor una ciudad bella, y tras de mi, una lápida en forma de cubo con una inscripción: "aquí yace Robledo Ángel 1994 - 2018".
Al poco tiempo pude oir como alguien se acercaba. Se trataba de Miguel, llevaba un ramo de gladiolos en su mano, iba vestido de negro, y además, estaba calvo, devido segurramente a los tratamientos para eliminar el cancer que quedara. Se acercó a la lápida, se arrodilló y colocó el ramo en el suelo.

-Dijiste de no abandonarme nunca, y has roto tu promesa- Dijo mientras extendía su mano sobre la lápida.- Se supone que ibamos a ser los mejores amigos, y ahora ya no podemos serlo. ¿Porqué has arriesgado tanto por mí?...- Empezó a llorar.
Puse mi mano sobre su hombro, como si eso lo consolara. Pero ambos notamos que nos sentiamos, él noto que algo le tocaba, y yo me percaté de ello, así que no dude en hablar.
-Era la solución más rápida desde el principio, el doctor me lo confirmó el último día que nos vimos, tus padres se negaron a que lo hiciera, pero quería darte otra oportunidad para que re-hicieses tu vida.
-¿Ángel?- Miró hacia atrás asustado con el brillo es sus ojos.- ¿Estás vivo? entonces... ¿quién es el de esta tumba?.
-Estoy muerto, no sé como puedes verme pero, esta será la última vez que nos podamos ver en "persona".
-Me hiciste una promesa y vas a romperla lo sabes ¿no?.
-No voy a romperla porque estaré siempre contigo, además que te he ofrecido la oportunidad de volver a vivir, no la desperdicies ahora. Hazme la promesa que volverás a hacer tu vida en el camino adecuado.
-No tengo porque prometer nada ahora.- Y las lágrimas volvieron.- No tengo un motivo por el qué cumplirlo...
-Miguel...- Intenté darle un abrazo, aunque como pensaba, era un mero espiritu. Lo corporeo dejó de tener importancia en ese momento.- Mirame, he dicho de irme hasta que tú lleges, así que estaré siempre contigo. ¿Basta eso para que cumplas la promesa que te he propuesto?.
-Pero... entonces serás como un fantasma....
-Solamente me podrás ver tú.
-Pero sigues sin estar verdaderamente....
-Pero al menos, una parte de mi estará fisicamente en ti, y estaré vigilandote para que me cuides bien.
-Jeje, está bien, pero tampoco me sigas a todos lados.
-Tranquilo, pero estaré en los momentos de mayor necesidad.
-Para siempre, amigos, para siempre.
-No- Y me separé en ese momento y le miré en la cara- Hermanos para siempre.

En ese momento, tras nosotros, donde se encontraba la lápida, apareció un ángel que se posó sobre ella, y se quedó petrificado, con una mano en su corazón, y la otra la extendió como ofreciendo algo.

Desde aquél momento, Ángel fue su Ángel de la Guarda, y esperó hasta que le llegara la hora a su mejor amigo.

Hay algunas veces que no apreciamos nuestras vidas, y caemos en las tentaciones, otras veces queremos enfrentarnos a cosas solos, y no nos damos cuenta que siempre hay alguien que está para ayudarnos en lo que sea, y en muichos casos, nos dan segundas oportunidades. Es increible hasta que punto puede llegar una amistad, un chico capaz de ofrecer su vida con tal de salvar la de su mejor amigo, para que este, vuelva a coger el camino correcto. Dedico este final del relato, a todas esas personas protectoras, que están ahí pero no nos damos cuenta muchas veces, a esos Ángeles de la Guarda, que nos ayudan. Va por ellos este relato.



En especial, le dedico esta entrada a todos aquellos que han estado siempre a mi lado, a mis mejores amigos, a Pablo, Valen, Clara, Raquel, Carlos, Antonio, Flu, Sara, Patri y Ale. Y por supuesto a toda mi familia. Por todo vosotros, porque soy capaz de dar mi vida por vosotros...
Gracias por todo de verdad.

2 comentarios:

  1. Me encanta, una gran entrada con la que transmites un sentimiento de tristeza, alegría y sobretodo esperanza. Cierto es que muchas veces no nos damos cuenta de las grandes personas que nos rodean y que darían cualquier cosa por nosotros, y eso es algo que deberíamos valorar más.
    Una gran entrada primito, sigue así ^^

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    1. Pocas gente verdaderamente aprecian lo que uno tiene al lado la verdad. Y no esta mal que algunas veces le dediquemos un tiempo a estas, personas que me gusta llamarlas "Ángeles de la Guarda", también grandes amigos, o como cada uno quiera llamarlos...
      Muchas gracias a vosotros mi famila por estar también ahí a mi lado.

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