viernes, 28 de octubre de 2011

Enamorado.

Y es en estos tiempos de lágrimas cuando más te añoro.
Tiempos en los que necesito saber que estás ahí, sentirte cerca de mí. Y es que es ahora que veo la realidad, no estoy enamorado de ti. Me enamoré del suelo que pisas, del aíre que te toca, del agua que bebes…
Y es que ahora sé, que te conozco mejor.
Principios de año, te adornamos, para que no llores, la perdida de tu belleza (mátame Señor mío por decir tal cosa). Y para que veas las sonrisas de multitud de sonrisas inocentes, y de deseos.
Te animas, te alegras, y en tiempos de cuaresma es cuando todos te adoramos. Nos dejamos llevar por ese olor que te caracteriza, ese color enamoradizo. Pero si algo nadie puede criticar, es en esa semana, tu SEMANA GRANDE, cuando el olor a azahar se junta con el incienso, cuando solo podemos oler a “canela y clavo”, cuando saboreamos el pan mojado en vino o leche, junto a la miel. Cuando escuchamos ese himno, “Pasa la Virgen Macarena”, “Pasan los Campanilleros”, cuando escuchamos como se estremece el silencio ante el paso del Silencio. Cuando vemos el Guadalquivír vistiéndose de “Verde Esperanza” y es que no lo es menos, teniendo dos esperanzas a sus lados…
Cuando vemos el cielo vestirse de azul “Consolación”.
Y que tristeza cuando se acaba esa Semana, pero la alegría llega con el sonido de las guitarras, tacones, castañuelas, para volver a animarte una Semana más.
Pero eres tan egoísta, que pídes más, y es cuando llega ese JUEVES, en el que el pueblo se hecha a la calle para ver al Santísimo pasar frente a nosotros y al ejército. Y poder escuchar ese repique de las campanas de la picota sevillana, la Giralda.
No lo es menos, que repites meses más tarde, con la reina de las reinas, la mujer que tienes sentada en ese trono, junto con su hijo, la reina y protectora en las batallas de nuestro Santo Patrono Rey Fernando de Castilla. Nuestra Señora de los Reyes.



Y que disgusto más grande te llevas, que las hojas de los arboles caen, dando el tono rojizo a la Catedral de Fuego, mi Santa y Metropolitana Catedral de Sevilla. ¿Cuantas lágrimas, alegrías, amores y desamores has visto? mi Giraldillo.
Y nosotros te volvemos a vestir de luces, para animarte, te hacemos espectáculos de fuegos. Escuchamos contigo las campanas nuevamente, y tú, con tu egoísmo, sigues pidiendo más.
Y yo, como siervo tuyo, te pido que no seas egoísta, que tu belleza no la tenga cualquiera, tu olor, tu color, los sentimientos en general, te hacen única.
Ya enamoraste a tres grandes escritores, Bécquer, Antonio y Manuel Machado, los cuales te echaron de menos en sus escapadas.
Pero si te pido, que estas lágrimas, las conviertas en Rocío mañanero. Y esta soledad, que me has convertido en compañía, no desaparezca. Porque si algo sé, es que quiero estar a tu lado siempre, y es que ahora puedo decir que estoy enamorado de ti.
Enamorado de mi Sevilla.



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