sábado, 3 de septiembre de 2011

Mi primer relato.

Aquí os dejo el primer relato escrito y ayudado por un amigo especial al cual se lo dedico.
Con este relato las pasadas Navidades gané en un blog de escritores, no se como pude ganar, porque la verdad, para ser ideado en una hora antes de acabar el plazo de entrega y mal redactado...
Bueno que lo disfrutéis igualmente, seguro que me diréis que está mal redactado, pero es tal y como lo envié.

El deseo del duende.



En una noche, no tan lejana a la navidad, se encontraba una familia preparando los adornos para navidad. Sacando cajas del trastero, cajas que además de contener los adornos, contenía la ilusión  y la felicidad de los niños en la Navidad.

El día 3 de diciembre, decidieron empezar a montar los adornos.

Para ello abrieron la caja que quizás era la más grande pero que contenía lo más pequeño, un árbol de navidad de medio metro. Dentro de la caja, junto al árbol, había una bolsa que contenía todos los adornos para declararlo: luces, guirnaldas, muñequitos navideños, y la estrella. Además también había otros pequeños adornos, para decorar la casa, uno de ellos era una bolita de cristal de nieve, que tenía una figurita de un duendecillo dentro sujetando un regalo en una mano, mientras que la otra mano sostenía un caramelo. Era un duende con los zapatitos de punta de color verde, al igual que su camisa, sus medias y su sombrero acabado en una estrella, era de líneas rojas y verdes.

En esa familia, solo había un niño, que se llamaba Luis, el siempre ponía esta bolita de cristal en su cuarto, y siempre antes de noche buena, la agitaba y pedía un deseo, no había ningún año que no se lo cumpliera, por eso era tan especial para él.

Un día, antes de la semana de noche buena, Luis invito a su mejor amigo a su casa, Luis pensó que ese año, podía su mejor amigo pedir el deseo, así que cogió la bolita y al terminar de explicarle a su amigo lo que esa bola de cristal significaba para él, y al concluir se la entrego para que la agitara mientras pedía el deseo. En ese momento antes de que su mejor amigo la pudiera tocar la bola cayó al suelo, y se partió en pequeños pedacitos, el líquido que contenía, la nieve estaba dispersa por el cuarto, pero, el duende no estaba. Luis pensó que se había roto junto al cristal, pero no perdió las esperanzas y busco por todos lados, pero el duendecillo había desaparecido.

Por la noche, Luis acompaño a su mejor amigo a su casa, de vuelta, después de haberlo dejado, escucho como una risa contagiosa y unos cascabeles, Luis miró por todo lado asustado, y siguió andando hacia su casa.

Pasaron los días, y Luis pensaba siempre en ese duendecillo, su mejor amigo siempre que le veía con la cara de pensativo a Luis, no paraba de disculparse, y Luis siempre le decía lo mismo, “no fue culpa tuya”.

Su mejor amigo se sentía con la culpa de no haberlo cogido a tiempo aquella bolita de cristal tan especial para Luis, lo único que quería era que fuera el que era, feliz, la persona que se reía con cualquier chiste, fuera el más malo del mundo como por ejemplo, “va un caracol y derrapa”.

Luis y su mejor amigo estaban en clases separadas. En la clase de Luis había un niño de origen africano, todos se metían con él. Un día Luis le defendió y toda la clase le ataco, con insultos burlas y los “fuertecillos” le pegaron. Aquel chico se llamaba Mohamed, el pobre era tímido, ya que todos le trataban igual, pero el que le defendiera Luis le pareció lo mejor del mundo. Mohamed le dio las gracias, y Luis le dijo: “esta gente, no sabe lo que hacen, despilfarran en palabrerías lo que no eres, y no aprecian tu amistad”, Mohamed empezó a llorar mientras Luis lo abrazaba.

 En ese momento escucho Luis a la lejanía unos cascabeles y como se reía alguien, el recordó aquella risa, era la que escucho aquella noche después de acompañar a su mejor amigo a su casa, miro a todas las direcciones, y no vio nada, pero en la ventana de la clase, pudo ver algo moverse, como un puntito verde bailando, el pensó que podría ser el duendecillo, pero le pareció estúpido pensar que una figura podía moverse.

Siguieron pasando los días, ya quedaba menos para navidad, Mohamed se junto con Luis y su mejor amigo, los tres eran felices. Mohamed había encontrado alguien en quien poder hablar con toda tranquilidad, y sin miedo a ninguna respuesta, y el mejor amigo de Luis por ver la felicidad de vuelta en su cara, pero Luis seguía triste, seguía pensando en el duendecillo, “si ,tal vez está cumpliendo todos los deseos de los demás, de otros niños que lo necesitan” pensaba siempre.

El día de Noche Buena, Luis estaba con su familia, en la tradicional cena, a la noche, todos los primos durmieron en el mismo cuarto del chalet donde se celebro aquella cena. Luis cayó en un profundo sueño rápidamente, el día fue agotador con su familia, en su sueño, Luis escuchaba una voz que decía, “debería de haber dejado de ser egoísta, pidiendo solo tú los deseos, en este mundo, hay más gente ¿sabes?, ¿porqué te crees que ahora no me encuentras?  jijiji”.

A la mañana siguiente Luis vio al lado de su almohada, un zapatito acabado en punta de color verde, era el zapatito del duendecillo, la voz de su sueño era él, el duendecillo.

 Él sabía que había más gente que le necesitaba, y con esa cosa tan simple, el era feliz, tenía a un nuevo amigo, Mohamed, y a su mejor amigo, que para él, lo empezó a llamar “hermano”, puesto que Luis no tenía ningún hermano, el era ese hermano que el siempre quiso; No de sangre, pero sí de corazón.

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